Hace unas semanas, se ponía en contacto conmigo un señor y me comentaba que tenia un hijo que le encantaba el fútbol pero que tenia un problema y que si podía ir a verlo jugar para asesorarle en cuanto al futuro del niño. Yo le pregunte de que se trataba mas o menos y el me decía que a su hijo le encantaba el fútbol pero que el veía que no tenia condiciones para llegar a ser futbolista, y que si podía enseñarle algunas cosas y habilidades para tener posibilidades de llegar a ser profesional. Yo le pregunte que cuantos años tenia el niño y me dijo que 9. Uff, pensé yo, que error por parte del padre, como puede pensar que su hijo no va a ser futbolista a esa edad si lo único que quiere el niño es divertirse y jugar con sus amigos. Ahí está el primer error, los padres. Porque le metemos esa presión, porque queremos vivir la infancia de nuestros hijos y meterle en la cabeza un pensamiento o un sueño frustrado o no de un adulto.
Tiene usted un problema señor le dije. Pero el problema es de usted, no su hijo.
El propósito de este artículo es el de ofrecer pautas de actuación contra la inseguridad y la indecisión que experimentan nuestros hijos, jugadores o alumnos. Hay diferentes grados, pero todos ellos les provocan ansiedad, evitan que piensen con claridad en momentos de tensión y que tengan una elevada autoestima y autoconcepto en su día a día.
El carácter y el entorno de cada niño influyen en su capacidad para tomar decisiones y solucionar problemas. La inseguridad no siempre va ligada a la sociabilidad del niño, puede que tampoco se manifieste en todos los ámbitos (deportivo, educativo, relacional…); puede estar relacionado con su FALTA DE HABILIDAD PARA REALIZAR DETERMINADAS ACTIVIDADES, simplemente porque no sea suficientemente maduro para coger el protagonismo o no quiera ser protagonista.